El gasto público permite dotar a la población de
bienes y servicios que mejoren su bienestar, así como acumular capital que
contribuya al crecimiento de largo plazo. Actualmente, uno de los principales
retos de los Gobiernos latinoamericanos es gestionarlo de manera eficiente,
teniendo en cuenta la restricción de los recursos con los que cuentan y su
sostenibilidad fiscal en el tiempo. Un reciente informe del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) muestra cifras preocupantes que ponen en
evidencia la mala gestión del gasto público en América Latina y el Caribe
(ALC), durante los últimos 20 años. En dicho periodo de tiempo, si bien el
gasto público en la región se incrementó en 7 puntos porcentuales (pp) en
promedio, en general, no hubo un aumento significativo en capital físico o
humano de calidad ni bienes sociales duraderos.
El BID estima que las ineficiencias en las
compras gubernamentales, transferencias y sueldos producen pérdidas anuales
equivalentes a un 4.4% del PBI sectorial o US$ 220,000 millones al año, monto
que serviría para erradicar la pobreza extrema en la región. En el Perú, la
ineficiencia del gasto representa un 2.5% del PBI y, de esta manera, somos el
segundo país, después de Chile, con un gasto más eficiente. Por su parte, en
Argentina, El Salvador y Bolivia la ineficiencia de este representa un 7.2%,
6.5% y 6.3% del PBI, respectivamente, y se ubican como los países peor
calificados.
En ALC, el gasto público consolidado promedio
asciende a un 29.7% del PBI, cifra muy por debajo de los países de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Asimismo,
existe una gran cantidad de países en la región que realizan un gasto muy por
debajo del pronosticado para su nivel de desarrollo, y el Perú es uno de ellos.
Según el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), en 2017, el gasto público
representó un 20% del PBI. Ante ello, el BID señala que la prioridad no es
aumentar el gasto, sino su eficiencia, tanto técnica como asignativa, para
obtener menores costos y lograr una mejor distribución entre sectores.
Por otro lado, la infraestructura en ALC enfrenta
un enorme retraso no solo en comparación con las economías desarrolladas, sino
también con respecto a economías con niveles de ingresos semejantes. La
inversión en infraestructura, tanto pública como privada en la región, alcanzó
en promedio un 3.8% del PBI entre 2008 y 2015; mientras que en países
desarrollados fue de un 4%. Se debe resaltar que este último grupo de países
requiere una menor inversión en infraestructura, dado que presentan un mayor
stock y de mejor calidad en comparación con ALC. En el Perú, esta representó,
en promedio, un 5.1% del PBI, mientras que en Colombia, Chile y México fue de
un 4%, 2.9% y 1.8%, respectivamente. Sin embargo, a pesar de contar con un
nivel de inversión superior al del resto de países de la Alianza del Pacífico
(AP), según el último Reporte de Competitividad Global del Foro Económico
Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), nos encontramos por detrás de ellos en
materia de infraestructura y ocupamos el puesto 85 de 140 economías.
Asimismo, los sobrecostos en la región, a causa
de información incompleta, falta de competencia y transparencia en la
licitación de proyectos, ascienden a un 48% del costo total de inversión en
infraestructura, en comparación con el 28% en el mundo. Ante estas
ineficiencias en gestión del gasto en infraestructura, el BID recomienda
mejorar la calidad regulatoria y la administración de tierras, y simplificar el
proceso de permisos
En cuanto a gasto en educación, el BID señala
que, a pesar del avance que se ha dado en la última década, el retraso respecto
de lo que se espera para el nivel de desarrollo en ALC es de más de un año.
Según un umbral de eficiencia desarrollado por el BID, que considera los
insumos que producen aprendizaje y su producto, el 90.2% de escuelas en la
región se encuentran por debajo de este, es decir, son consideradas
ineficientes. En el caso peruano, el 98% se encuentra por debajo del umbral, lo
que nos convierte en el país peor ubicado entre nuestros socios de la AP y uno
de los peores en Latinoamérica.
De igual manera, según el Banco Mundial, el Perú
es uno de los países que menos invierte en educación en la región. En 2016, el
gasto público en este sector fue del 3.9% del PBI, lo que nos ubica por debajo
del resto de países de la AP. Asimismo, en nuestro país, esta cifra ha
permanecido relativamente constante en las últimas dos décadas, mientras que en
ALC viene aumentando. En este sentido, el informe señala que, sin necesidad de
incrementar el gasto, únicamente haciéndolo más eficiente, a través de una
mejor organización y el uso adecuado de los insumos, la productividad de las
escuelas en nuestro país podría aumentar, en promedio, hasta en un 22%.
Asimismo, el BID propone priorizar el desarrollo de fondos de compensación para
superar las disparidades en el gasto entre jurisdicciones e implementar un
sistema de vouchers ponderados; es decir, montos de dinero entregados a establecimientos
educativos, subvencionados en función del nivel socioeconómico de sus alumnos,
para reducir la brecha socioeconómica en educación. Por último, el BID propone
poner en marcha mejores medidas de rendición de cuentas para reducir la corrupción
en este sector.
Si bien es cierto que a nivel regional tenemos
una buena calidad de gasto, este es aún deficiente si tomamos como referencia
países desarrollados. Esperemos que los nuevos Gobiernos subnacionales sepan
hacer un uso eficiente en favor del bienestar de la población y piensen en
medidas que favorezcan nuestro desarrollo de largo plazo.
https://comexperu.org.pe/articulo/gasto-publico-una-mirada-a-america-latina-el-caribe-y-el-peru
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