El Banco Mundial (BM) señala que existe una
relación entre la inversión en capital humano y su productividad, pues un
determinante importante del segundo aspecto es la calidad de los servicios
educativos y de salud que las personas reciben en su infancia. Para lograr una
medición objetiva del capital humano entre países, a fin de obtener un
diagnóstico de la situación en cada economía, el BM publica el Human Capital
Index (HCI), que mide las consecuencias de no invertir en capital humano en
términos de pérdida de productividad en la siguiente generación de
trabajadores, tomando como referencia la educación completa y un servicio de
salud de calidad.
Para ello, el HCI concentra su evaluación en
cinco indicadores: (i) probabilidad de que un niño sobreviva a los 5 años, (ii)
años de educación de un ciudadano de 18 años, (iii) resultados en exámenes
estandarizados, (iv) tasa de supervivencia de los adultos y (v) proporción de
niños que alcanzaron un crecimiento sano. Así, permite comparar la inversión en
capital humano entre países y brinda la posibilidad a cada economía de saber
qué áreas reforzar. Los países que lideran este ranking son Singapur,
Corea del Sur y Japón, economías en las que la brecha en el aprendizaje
(definida como la diferencia entre los años de educación promedio de un
ciudadano de 18 años y los años en los que este realmente aprende) es menor a
los 1.35 años, y el porcentaje de jóvenes de 15 años que alcanzan los 60 no
baja del 94%.
EL CASO PERUANO: UNA BRECHA DE APRENDIZAJE DE 4.4
AÑOS
En lo que respecta a nuestro país, este ocupa el
puesto 72 de 157 economías, con una calificación de 0.59. Ello indica que un
niño nacido en Perú hoy será, cuando crezca, solo un 59% de lo productivo que
podría ser si disfrutara de una educación completa y una salud plena. No
obstante este resultado poco alentador, superamos el promedio de América
Latina, aunque nuestros pares de la Alianza del Pacífico se encuentran por
delante: Chile en el puesto 45, México en el 64 y Colombia en el 70.
Además, el estudio nos muestra resultados que
deben servir como base para políticas públicas serias. Por ejemplo, resulta
sumamente preocupante que si un peruano promedio de 18 años recibe 12.7 años de
educación, los años en los que realmente aprende equivalgan a solo 8.3 años, es
decir, existe una brecha en el aprendizaje de 4.4 años, cifra que nos pone
debajo de economías con un PBI per cápita inferior al de Perú, como Sierra
Leona (151) y Paraguay (90). El BM atribuye esta diferencia a la falta de
incentivos políticos, producto de que los retornos de la educación son a largo
plazo, y a la ineficiencia en las políticas públicas, lo cual provoca que se
destinen recursos a sectores que no los necesitan.
PRODUCTIVIDAD Y REGULACIÓN DEL MERCADO LABORAL
Por otro lado, el BM indica que la regulación en
el mercado laboral en países en vías de desarrollo perjudica a la
productividad, pues asume que la mayor parte del trabajo es formal. En
consecuencia, las políticas que deberían proteger a los trabajadores terminan
perjudicándolos, pues la mayoría pertenece al sector informal. El BM señala que
esto se debe a que la capacidad de los trabajadores para adaptarse a cambios
tecnológicos está negativamente correlacionada con la rigidez del mercado
laboral, particularmente con los costos de despido; y a que las regulaciones en
el mercado laboral constituyen una barrera al ingreso, impiden la destrucción
creativa y perjudican la productividad de los trabajadores. Todo esto
desincentiva la inversión en capital humano, pues reduce la capacitación de los
trabajadores en sectores formales, al favorecer contratos temporales, y limita
a los trabajadores poco calificados a mantenerse en sectores poco intensivos en
tecnología.
Como se mencionó en ediciones anteriores (ver Semanario N.º 957), el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), en el Reporte
de Inflación de setiembre, señaló que una de las causas de la disminución
en el crecimiento del PBI potencial ha sido la menor productividad total de los
factores. Este diagnóstico coincide con lo reportado por el BM, pues el exceso
de regulación perjudica la productividad de la economía. Asimismo, el BCRP
recomendó el fomento de medidas que favorezcan el empleo formal a través de un
mercado laboral flexible.
Sobre esta base, el BM identifica la existencia
de tres desafíos para lograr que las regulaciones en el mercado laboral no
perjudiquen el crecimiento. Primero, los hacedores de políticas no entienden
que, en países en vías de desarrollo, las regulaciones solo cubren a los
trabajadores formales, mientras la mayor parte de la fuerza laboral es
informal. Segundo, los Gobiernos piensan que las regulaciones son sustitutos de
la protección social, es decir, que, a través de ellas, buscan garantizar un
ingreso mínimo o sustituir los beneficios del desempleo. Tercero, en la
búsqueda de garantizar la “protección”, se reduce el dinamismo en el mercado
laboral, lo que aumenta el desempleo y promueve la ineficiencia. Estos tres
problemas terminan perjudicando a quienes se busca proteger: jóvenes, mujeres y
trabajadores poco calificados.
Entonces, es fundamental que se refuerce la
inversión en capital humano, especialmente en tiempos en los que la tecnología
cambia constantemente, pues, en un ambiente dinámico, un trabajador con alto
capital humano tiene la capacidad de adaptarse rápidamente al entorno. Además,
los resultados del HCI demuestran que nuestro gasto en el sector educativo no es
del todo eficiente y requiere reformas profundas para no vernos perjudicados en
el futuro. Finalmente, es responsabilidad del Gobierno fomentar medidas que
flexibilicen el mercado laboral para incentivar la inversión privada en capital
humano.
https://comexperu.org.pe/articulo/capital-humano-y-productividad
Comentarios
Publicar un comentario