En 2004, la tasa de pobreza en el Perú alcanzó
su nivel máximo en los últimos 19 años, al ascender al 58.7%, mientras que la
tasa de pobreza extrema en el mismo año fue del 16.2%. A partir de entonces,
año tras año, estas tasas se han ido reduciendo y, en 2016, la primera cayó al
20.8% y la segunda, hasta el 3.8%.
Tal como mencionamos en el
Semanario N.º 930, el paralelismo entre el modelo de apertura comercial que ha
sido aplicado por el Estado peruano durante los últimos años y esta reducción
de la pobreza no es una mera coincidencia. En efecto, nuestro crecimiento
económico ininterrumpido nos ha permitido generar empleo, recursos para las
arcas del Gobierno y condiciones para que la pobreza disminuya.
Ahora bien, ¿qué entendemos por “pobreza”?
Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), pobre es quien
pertenece a una familia cuyo gasto es insuficiente para adquirir una canasta
básica de alimentos y servicios, como vivienda, salud, educación, entre otros.
En 2016, el valor promedio de esta canasta fue de S/ 328 per cápita mensual. En
otras palabras, es pobre aquel cuyo gasto es inferior a este monto, y pobre
extremo quien ni siquiera puede acceder a la canasta de alimentos, la que tuvo
un valor promedio de S/ 176 per cápita mensual.
Así, usando la definición anterior, el INEI
calcula cuántas personas son pobres en el Perú. Por ejemplo, cuando esta
institución mencionó que 264,000 personas dejaron de ser pobres en 2016, se
refirió a que dicho número de personas antes gastaban un monto menor a la línea
de pobreza, pero durante el año pudieron aumentar su gasto lo suficiente como
para sobrepasar dicha línea.
Sin embargo, este indicador de pobreza tan solo
mide la proporción de la población por debajo de la línea de pobreza, es decir,
considera pobre tanto a aquella persona cuyo gasto está S/ 1 por debajo del
umbral como a aquel individuo cuyo gasto está S/ 100 por debajo del mismo. En
otras palabras, no mide el grado de pobreza, sino que indica cuántas personas
ostentan esta condición.
NO TODOS LOS POBRES SON IGUAL DE POBRES
Ante este problema, resulta conveniente el uso
de mediciones alternativas de la pobreza que nos brinden una idea de qué tan
pobres son los pobres en nuestro país. La primera es la denominada “brecha de
pobreza”, la cual indica cuánto debería aumentar, en promedio, el gasto per
cápita de los pobres para que dejen de serlo, es decir, para que puedan empezar
a cubrir sus necesidades básicas. Es decir, representa el nivel promedio de las
carencias del consumo (o gasto) en un país. Así, una mayor brecha de pobreza da
señales de un problema de pobreza más grave o profundo.
En la práctica, la brecha de pobreza suele
estar definida como un porcentaje de la línea de pobreza. Si un país tiene
muchos habitantes que son pobres, pero cuyo gasto está muy cerca de la línea de
pobreza, este exhibirá una menor brecha que uno cuyos habitantes gastan, en
promedio, un monto muy inferior a dicha línea. En nuestro país, la brecha de
pobreza ha disminuido consistentemente desde 2007 (14.2%) y tuvo un valor del
5% en 2016, con respecto a la línea de pobreza, que fue de S/ 328. Esto
significa que, en promedio, los pobres deberían aumentar su gasto en S/ 16.4
para dejar de serlo.
Sin embargo, la brecha de pobreza no toma en
cuenta la severidad o desigualdad de la pobreza al interior de los pobres. En
efecto, al constituir el déficit promedio de gasto, ignora las diferencias en
los gastos de los pobres. Por ejemplo, imaginemos un caso en el que existen
solo dos países (país 1 y país 2) con tres habitantes cada uno y la línea de
pobreza es de 500 unidades monetarias (u.m.).
En el país 1, el habitante más rico obtuvo
1,000 u.m., pero los otros dos obtuvieron tan solo 200 u.m. cada uno. Por otro
lado, en el país 2, el habitante más rico gastó 1,000 u.m., el segundo más rico
(o menos pobre) gastó 300 u.m., y el más pobre gastó 100 u.m. La pobreza
monetaria en este país sería exactamente igual a aquella del país 1, pues en
ambos casos 2 de los 3 habitantes son pobres. Además, la brecha de pobreza
sería la misma, pues en ambos países hubo un déficit promedio de 300 u.m. (o un
60% de la línea de pobreza).
Sin embargo, en el país 1 no existe desigualdad entre los
pobres, ya que ambos presentan el mismo gasto, pero en el país 2 hay una
persona más pobre que la otra. De este modo, el segundo indicador alternativo
que emplea el INEI se define como la “severidad de la pobreza” y cuanto más
alto es su valor, existe una mayor desigualdad entre los pobres. Así, es
evidente que en el país 2 existe una mayor severidad de la pobreza que en el
país 1.
Al igual que la brecha de pobreza, la severidad
de la pobreza ha ido cayendo ininterrumpidamente en el Perú desde 2007 (6.6%) y
se ubicó en un 1.8% (con respecto a la línea de pobreza) en 2016. Por tanto, es
importante no limitar el análisis de la pobreza a su indicador clásico y tomar
en cuenta la profundidad de este problema a través del uso de indicadores
alternativos como los planteados anteriormente. Debemos considerar cuán pobres
son los pobres en nuestro país, de modo que las políticas no solo se enfoquen
en reducir el número de peruanos pobres, sino también en reducir la intensidad
de la pobreza en nuestro país.
No está de más resaltar que la vía hacia una eliminación sostenible de la pobreza es la promoción de la competitividad y la productividad, más allá de la aplicación de programas de transferencias monetarias, los cuales tan solo atenúan el problema a corto plazo, pero no ofrecen soluciones de largo plazo.
https://www.comexperu.org.pe/articulo/que-tan-pobres-son-los-pobres
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