por Germán
Lench Cáceres
Un
debate de nunca acabar y que genera contradicciones naturales de la intención a
la realidad, es el incremento del salario mínimo por norma legal expresa, lo
que se traduce en el ofrecimiento político de los que no pagan planillas con su
bolsillo y que reconocen que los trabajadores realmente ganan poco, versus los
que sí las pagan, ya sea pequeños y/o micro empresarios y que aducen
sobrecostos laborales.
Un encuentro normal entre los técnicos en su mayoría economistas
que con sus matemáticas sofisticadas y supuestos macroeconómicos como la
inflación, demuestran que el sueldo mínimo está atrasado por la pérdida del
poder adquisitivo y los prácticos que pagan planillas, que en su mayoría
afirman que es un sobrecosto para sus pequeños negocios y los llevará a
continuar siendo informales porque no pueden asumir los costos de la seguridad
social y encima vacaciones, recordemos, que tres de cada cuatro trabajadores no
están en planilla.
Este tema nos recuerda a los pleitos ideológicos de antaño,
entre explotados y explotadores, sindicatos fuertes con dirigentes sindicales
con permisos por labor sindical remunerados por Ley y empresarios que
usufructúan el trabajo honesto como ejemplo los services, (empresas privadas
intermediarias, que brindan servicios de seguridad entre otros, a través de los
denominados marrones; estos trabajadores reciben salario mínimo mensual, pero
cobran sus remuneraciones cuando las instituciones públicas o privadas que
contratan a sus empresas pagan puntual las facturas presentadas por sus
empleadores, de lo contrario sus propietarios o “mercantilistas” simplemente no
les pagan, porque dicen que quienes han contratado el servicio no cancelaron la
factura y encima aducen no tener dinero disponible).
La realidad es que con un mercado imperfecto lleno de vicios y
falta de autoridad de trabajo, demorará mucho en fijarse el valor real del
salario mínimo, cabe precisar que actualmente a muchos trabajadores no se les
paga ni siquiera los S/ 600 (empleados de restaurantes entre otros), ya que se
trata de gente poco calificada o sea de baja productividad que no lo son por
estar desempleados sino por desempeñar labores de escasa productividad y
remuneración.
No olvidemos que la migración del campo a la ciudad ha generado
que en el mejor de los casos los “campesinos sub empleados” contribuyan
marginalmente a la producción total, y que la competencia de esta reserva
laboral mantenga los salarios bajos inclusive si la economía se enriquece, tal
como lo sostenía el Premio Nobel en Economía: W. Arthur Lewis.
De esto debe tomar nota el Consejo Nacional de Trabajo, lo que
se debe intentar hacer con carácter de urgente, es elaborar un Plan Estratégico
Nacional (Estado-privado) que se implemente en el mediano y largo plazo y que
tenga como finalidad entre otros, mejorar la distribución de los recursos para
mejorar el nivel de vida de los trabajadores.
Sin embargo tampoco, debemos olvidar al pensador Robert Owen
quien decía que: “La clase trabajadora puede ser perjudicada, degradada u
oprimida de tres maneras: descuidándolos en la infancia, cuando se les
sobrecarga de trabajo o cuando se les paga bajos salarios por su trabajo.”
En este debate no debemos olvidar que las reglas de oro de la
economía dicen: a) toda política económica tiene ganadores y perdedores, b) todo
bien o servicio tiene un precio y c) cualquier beneficio tiene un costo,
entonces el debate está abierto, por ahora esperemos a ver qué sucede en el
futuro con el salario mínimo fijado por decreto. http://www.voltairenet.org/article199724.html
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