EL ACEITE DE COCINA TIENE FUTURO


El aceite usado de cocina que echamos por el desagüe malogra las cañerías, contamina los mares y mata a los peces. ¿Qué hacer? En Lima hay una empresa que lo recolecta y lo envía a Europa. Allá lo convierten en biodiésel.
Enciendes la cocina. Echas un poco de aceite vegetal en una sartén. Colocas un puñado de papas, un bisteck o una pierna de pollo. Te aseguras de que queden bien fritos y jugosos. Los sirves. Y lo que haces ahora es deshacerte del aceite usado. Si tienes algún tipo de conciencia ambiental, quizás lo pongas en una bolsa y lo saques luego con la basura. Pero lo más probable es que, simplemente, lo eches por el agujero del desagüe. Sin asco.
Lo que posiblemente no sepas es que, poco a poco, ese aceite irá atorando las tuberías y creando una capa de grasa que atraerá a roedores e insectos. Eso no será lo más grave.
Lo más grave es que ese aceite irá a parar a los ríos y mares, en cuya superficie creará una cubierta que impedirá el ingreso del oxígeno, matando a los peces y otros seres vivos.
Basta un litro de aceite usado de cocina para contaminar hasta mil litros de agua, señala el Instituto Nacional de Tecnología Industrial de Argentina.
En el Perú se ignora cuántas toneladas métricas de este tipo de residuo van a parar a ríos y mares, pero lo que sí se conoce es que el aceite vegetal es un ingrediente infaltable en nuestras cocinas. En el 2014 se produjeron aproximadamente 270 mil toneladas métricas y se importaron otras 38 mil.
Según Marco Carrión, gerente general de Bioils, se calcula que las personas desechamos la tercera parte de cada litro de aceite que usamos.
Así que haciendo cálculos gruesos, podríamos estar desechando alrededor de 100 mil toneladas métricas de aceite usado de cocina al año.
¿Qué hacemos?

En tres distritos


La buena noticia es que el aceite de cocina se puede reciclar. Se pueden hacer jabones (en Youtube hay tutoriales para hacerlos en casa). Y se puede hacer biodiésel, un combustible de menor impacto ambiental que los de origen fósil.
Desde hace cinco años, la compañía chilena Bioils acopia el aceite usado de frituras que se desecha en muchos negocios de comida en el país. Marco Carrión dice que hoy en día tienen registrados unos 3 mil establecimientos, entre grandes hoteles (como el Marriot), cadenas de restaurantes (como los del Grupo Acurio), de pollerías (Pardo's, Norky's), franquicias de fast food (KFC, Burguer King) y supermercados (Plaza Vea, Tottus, etc.).
En julio de este año instalaron, por primera vez, un contenedor público de aceite usado en la Plaza Cáceres de San Isidro. En setiembre pusieron otro en la Plaza de Armas de Surco Viejo y hace unas semanas colocaron un tercero frente a la Municipalidad Distrital de Mi Perú. El objetivo es que las amas de casa depositen en ellos el aceite residual de sus cocinas.
Bioils acopia unas 240 toneladas métricas de aceite usado cada mes. La gran mayoría proviene de los establecimientos con los que tiene convenios; de los contenedores en las calles todavía se recoge muy poco. La principal razón es que los limeños –los peruanos– desconocemos los efectos nocivos de botar el aceite por las cañerías o porque, sencillamente, no sabemos adónde llevarlo para que le den un tratamiento final.
Una vez acopiado, la compañía filtra el líquido (le quita los residuos sólidos), lo envasa en isotanques de 21.5 toneladas métricas y lo manda vía marítima a Barcelona y Rotterdam. Su principal comprador es la trasnacional Shell, que es la quefabrica el biodiésel.

El mercado negro


El principal competidor de Bioils no son las otras compañías que reciclan el aceite de frituras. Lo son los inescrupulosos que lo obtienen de pollerías, pequeños restaurantes y puestos de comida ambulante y que, luego de quitarle los residuos sólidos, lo envasan y lo venden en latas de 18 litros como si fuera aceite virgen.
Ese aceite –que contiene elementos cancerígenos– generalmente es adquirido por otros pequeños negocios de comida, con lo que el círculo de la insalubridad se completa.

Marco Carrión dice que las autoridades deberían ejercer una fiscalización más efectiva de este mercado negro. Y que deberían informar más a los ciudadanos que el aceite vegetal se puede reciclar. El próximo año Bioils planea instalar 40 contenedores públicos en toda la ciudad. Pronto no habrá excusa para llevar el aceite residual a uno de estos puntos. Y cuidar el medioambiente. http://larepublica.pe/impresa/domingo/827643-el-aceite-de-cocinatiene-futuro

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