CONFECCIONES: DETECTANDO A LOS ENEMIGOS


Uno de los sectores más importantes de nuestra economía es el textil y confecciones. No obstante, hace ya algunos años, este enfrenta grandes retos, tanto en el frente externo como en el mercado local. Ante este escenario nos preguntamos cuáles son las medidas que tanto el privado como el Estado han tomado para impulsar esta actividad. Para ello, resulta fundamental identificar aquellos factores que restan competitividad al sector y que no solo distorsionan el mercado, sino que además impiden una adecuada competencia dentro de este, tanto en el ámbito nacional como internacional. Así, respecto al mercado local, hemos venido escuchando que la importación de productos a precios bajos golpea duramente al sector. ¿Es esta la principal variable que afecta negativamente a la industria textil y confecciones? Sin dejar de lado que, al igual que otros sectores de nuestra economía, el de confecciones enfrenta una serie de cuellos de botella –como las inspecciones laborales que pretenden desnaturalizar los contratos de trabajo temporales, los altos costos labores asociados a la contratación y despido, la informalidad, entre otros– que ralentizan su desarrollo, nos centraremos en el que, según algunos actores del sector, constituye un importante freno a la actividad formal y la inversión: la llamada “competencia desleal”. Pero ¿tenemos claro de dónde proviene? Se habla mucho sobre medidas para “proteger” al sector; sin embargo, poco se habla sobre la lucha contra los delitos aduaneros, como el contrabando –que analizaremos en ediciones posteriores– y la subvaluación. ¿Sabemos acaso quiénes y cómo importan, así como la cadena que siguen los productos importados? ¿Conocemos de sanciones por estos delitos? Veamos, por ejemplo, el caso de las importaciones de suéteres de fibras artificiales procedentes de China, primer producto importado del país asiático y que, de acuerdo con cifras de la Sunat, ascendieron a US$ 25 millones en 2015. Al respecto, llama mucho nuestra atención que las importaciones realizadas por personas naturales hayan registrado un precio por prenda un 50.8% menor al realizado por personas jurídicas, como se observa en el gráfico. Asimismo, entre estas, las realizadas por personas naturales, que ingresaron por la aduana de Tacna (US$ 7/prenda), registraron un precio un 33.4% por debajo de las realizadas por la aduana marítima del Callao (US$ 10.5/prenda) y un 60.3% por debajo de las ingresadas por la aduana aérea del Callao (US$ 17.5). De igual forma, si evaluamos el precio por prenda en las importaciones de camisas para hombres y niños de algodón –segundo producto mayor importado de China, con US$ 17 millones en 2015– realizadas por personas naturales, encontramos una diferencia de precio del 16.9% respecto de las importaciones realizadas por personas jurídicas. Así, las cifras nos muestran que la competencia desleal para el sector sería la subvaluación enquistada en la importación formal. Empecemos a deslindar los delitos aduaneros de prácticas como el dumping, para las cuales existen mecanismos de defensa comercial. Por ejemplo, entre los productos que fueron sancionados en primera instancia vía antidumping en un reciente proceso iniciado por el Indecopi (ver semanarios N.° 740, 773), se incluyó los pantalones largos1 (con un valor de importación de US$ 10 millones en 2015), cuyo precio de importación por prenda fue un 44.2% menor al registrado por las importaciones realizadas por personas jurídicas. Cabe destacar que, en la categoría “pantalones y shorts”, ideada por el Indecopi, el precio promedio registrado de las importaciones de personas naturales fue de US$ 8.8 por prenda, mientras que el de las personas jurídicas fue de US$ 13.7. De otro lado, para competir tanto en el mercado internacional como local, el sector debe ser cada vez más competitivo. Sin embargo, ¿cómo competir con el algodón transgénico de la India que tiene un mayor rendimiento? La moratoria a los transgénicos resulta absurda, más aún cuando la producción local de algodón es insuficiente para abastecer a la cadena de textil y confecciones. Se necesita, además, facilitar la cadena logística para el comercio exterior. Por ejemplo, hoy los avíos (botonería, cierres, etiquetas, etc.) importados para la elaboración de muestras de productos según los requerimientos de los compradores sufren demoras innecesarias para su retiro en aduanas. ¿Cuánto puede esperar el inversionista sin que otro país le ofrezca un producto similar?
Urge modernizar el sector de textil y confecciones. ¿Cuán diferente podría ser nuestra experiencia de compra en Gamarra con una adecuada infraestructura y seguridad? Alejémonos de prácticas proteccionistas. Colombia, por ejemplo, decidió imponer restricciones y pagos en frontera a las importaciones de confecciones (US$/kg), lo que le acarreó una reclamación ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), sin que dicha medida haya significado una mejora sustancial para su industria. Por ello, saludamos la implementación de la Mesa Textil, en el marco del Plan Nacional de Diversificación Productiva del Ministerio de la Producción. Confiamos en que las propuestas de la mesa ayudarán a identificar las principales trabas para la mejora de la competitividad de un importante sector de la economía peruana.
http://www.comexperu.org.pe/media/files/semanario/semanario%20comexperu%20833.pdf

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