Si los 195
países reunidos en París logran
un acuerdo robusto contra el cambio climático, se enviará "un mensaje
claro a los mercados", decía el lunes el secretario general de Naciones
Unidas, Ban Ki-moon: "El cambio es
inevitable". Más allá de las acciones concretas de cada Gobierno, mandar
ese mensaje nítido es básico si se quiere que los inversores internacionales se
sumen al proceso de descarbonización de la economía y se desentiendan de los
combustibles que más gases de efecto invernadero emiten cuando se queman para
generar energía. La OCDE ha pedido este miércoles que salga "una señal
fuerte" de la cumbre de París para el sector financiero, que debe tener
certezas sobre sus "inversiones".
En septiembre de 2014 se
lanzó una campaña internacional de desinversión en combustibles fósiles. Según
el balance presentado este miércoles en la cumbre de París, más de 500
instituciones se han sumado a esta iniciativa. En total, estos inversores
poseen 3,4 billones de dólares en activos, aunque 350.org y Privar-La (las
asociaciones que coordinan esta campaña) reconocen que es complicado saber
exactamente el importe de la desinversión, ya que algunas contribuciones a esta
campaña son parciales.
Los fondos de pensiones de
los maestros y funcionarios de California se van a desprender de las
inversiones relacionadas con el carbón. Esta medida, que entrará en vigor en
enero, la apadrina el senador Kevin de León, que ha participado este miércoles
en la cumbre del Clima. "Estos fondos manejan 500.000 millones de
dólares", señala.
"La
idea es ir a más", apunta. De momento, la medida de desinversión se centra
solo en el carbón. De León no descarta que en el futuro también llegue a las
inversiones de petróleo y gas.
"Hay
que ir con cuidado", dice, "estos fondos tienen una responsabilidad
jurídica de cuidas las pensiones de los maestros". "Somos el primer
Estado de EE UU que lo hace", apunta de León, que no descarta que puedan
sumarse otros.
La
idea es que en 2017 las carteras de inversiones de estos dos fondos estén
limpias de inversiones en carbón. Aunque dice que se puede avanzar más, insiste
en que "hay que ir con cuidado": "esto no es solo teoría, es la
práctica, y nosotros somos la séptima economía del planeta".
Una de las caras más
conocidas de esta iniciativa es Stephen Heints, presidente de la fundación
Hermanos Rockefeller. "Este movimiento está creciendo rápidamente",
ha indicado Heints este miércoles. Su fundación fue de las primeras en sumarse
a esta campaña. Salir de las inversiones ligadas al CO2, tiene, en su opinión,
sentido "económico" y "racional". Ha recordado que muchas
de las inversiones ligadas a los combustibles fósiles, si los acuerdos de París
se cumplen, están en "riesgo".
Según Carbon
Tracker, un grupo de analista de energía y medioambiente, las
empresas de combustibles fósiles mundiales pueden perder hasta 2,2 billones de
dólares en la próxima década. "No serán necesarias nuevas minas de carbón,
la demanda de petróleo alcanzará su pico alrededor de 2020 y el crecimiento del
gas natural no va a cumplir las expectativas del sector", vaticina Carbon
Tracker.
Entre las instituciones que
se han sumado ahora a esta campaña están la compañía aseguradora Allianz -que
ha eliminado de su cartera 630 millones de dólares de inversiones relacionadas
con el carbón-, el fondo de pensiones alemán PFZW -que maneja 161.000 millones-
y varias importantes capitales y universidades del mundo.
Este movimiento para que
los inversores se alejen del carbón, el petróleo y el gas se complementa con
los anuncios que se están haciendo de inversiones en energías renovables. El
fundador de Microsoft, Bill Gates, el consejero delegado de Facebook, Mark Zuckerberg,
y el fundador del portal de ventas online chino Alibaba, Jack Ma, han creado,
junto a otras fortunas, un
multimillonario fondo de inversión en tecnologías limpias. En la
cumbre, también hay anuncios en este sentido de Gobiernos. El presidente
francés, François Hollande, sostuvo ayer que su país duplicará la inversión en
fuentes renovables en África. Prevé invertir 2.000 millones de euros entre 2016
y 2020.
Este tipo de ayudas a los
países menos desarrollados son importantes, ya que se les exige que crezcan
renunciando a las energías fósiles que se han empleado durante décadas en
Occidente para generar riqueza. El Instituto Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo (IIED, por sus siglas en inglés) ha
realizado un análisis del coste que tendrán para los 48 países menos
desarrollados del mundo, casi todos ubicados en África, los planes nacionales
contra el cambio climático que han presentado ante la ONU. Esta organización
calcula que a partir de 2020, cuando entrará en vigor el futuro acuerdo de
París, los 48 Estados requerirán 93.000 millones de dólares al año.
Uno de los puntos de discusión
en París es el de la financiación. Hay discrepancias sobre qué países deben
aportar al llamado Fondo Verde para el clima, que a partir de 2020 debería
contar con 100.000 millones de dólares anuales, que se destinarán precisamente
a los países con menos recursos. Si se mantiene el concepto actual de
"diferenciación", que se emplea desde los noventa en las
negociaciones internacionales sobre el clima, algunas importantes potencias,
como China, Sudáfrica o India, no estarían obligadas a aportar a ese
fondo.
A las desinversiones en
energías sucias y las inversiones públicas y privadas en renovables se le añade
otro punto importante en las finanzas del cambio climático: las ayudas públicas
que muchos Gobiernos mantienen a los combustibles fósiles. La OCDE ha insistido
este miércoles en que es necesario suprimir estos subsidios.
En 2014, tras varios años
de caída, las inversiones en energías renovables volvieron a crecer. Según la
ONU, el año pasado se invirtieron en este sector en el mundo 270.000 millones
de dólares. Pero, a la vez, 40 países del mundo mantienen subsidiadas a las
energías fósiles. Esas ayudas públicas, según la Agencia Internacional de la
Energía, ascendieron a 510.000 millones de dólares en 2014, lo que supone que
el 13% de las emisiones mundiales de CO2 estaban subvencionadas. Estas ayudas
públicas hacen que los combustibles fósiles ganen competitividad.
No es la primera vez que la
OCDE insta a los Gobiernos a que supriman los subsidios, algo que aún no han
hecho. A lo que sí se ha comprometido el G-20 es a suprimir el respaldo que los
Gobiernos las veinte principales economías del planeta siguen dando a sus
empresas para que construyan nuevas centrales térmicas de carbón en el
extranjero.
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