Edwin Béjar. Primer juez invidente del Perú.
¿Cuándo fue la última vez que pudo ver?
Perdí totalmente la visión a los diecisiete años, pero fue
gradual desde los seis.
¿Nació así?
No. Fue producto de un accidente cuando tenía un año. Me resbalé
del segundo piso, caí de cabeza. Al principio los médicos dijeron que no tenía
nada, pero el problema ocurrió a los seis. Detectaron que tenía hemorragia en
ambos ojos y necesitaba una limpieza.
¿Y qué pasó?
Los medicamentos generaron cicatrices en mi retina. Me sometí a
varias operaciones. Recibí incluso un trasplante de córnea a los quince años,
pero no resultó.
¿Recuerda la última imagen que vio?
Sí. A mi madre.
¿Qué estaba haciendo?
Ella lloraba y me abrazaba. Decía que siempre se puede salir
adelante. La visión se iba perdiendo cada día; era como una ventana que se iba
cerrando. Las palabras de mi madre me generaron más fuerza.
Y esa fuerza que le dio su madre lo ha convertido en el primer
juez invidente del país ¿Cómo se siente?
Me siento feliz porque es una meta cumplida y la vez consciente
de que es un cargo que puede hacer la diferencia con justicia, imparcialidad y
responsabilidad.
Cuénteme su experiencia. ¿Cómo han sido todos estos años?
Ha sido un proceso de adecuación, adaptación y agradezco al
Poder Judicial por haberme brindado todas las facilidades para que yo pueda
ejercer la función al igual que los demás.
¿Y cómo hace para leer o redactar un expediente? Me imagino que
debe ser más complicado.
Tengo un lector de pantalla que utilizan las personas con
discapacidad visual, utilizo también un escáner para leer y escribir cualquier
tipo de texto. La tecnología me ayuda a desempeñar mi función como los demás
sin afectar la administración de justicia.
¿Alguna vez lo han subestimado por su discapacidad visual?
Tuve un caso paradigmático. Acá en Cusco dos hermanos asesinaron
a un compañero de colegio, para mí fue un reto.
Se refiere al primer caso de bullying que fue sentenciado a seis
años.
Sí, el caso sucedió en el 2013. Dos hermanos citaron a su
compañero a su casa para hacer un trabajo y lo asesinaron de veinte
cuchilladas.
¿Quién lo subestimó?
La defensa de la parte infractora dijo que no podía realizar
adecuadamente la función por la inspección ocular que tenía que haberse hecho.
Entonces hice uso de la tecnología en el proceso para que no haya
cuestionamiento o vulneración de los derechos.
¿Qué pasó al final?
Cuando sentencié a ambos hermanos a una pena muy alta hubo un
cuestionamiento de la defensa, apelaron, eso fue a la sala y la sala confirmó
mi sentencia indicando que los medios probatorios fueron valorados de forma
correcta. No hubo algún tipo de desarrollo indebido y que el hecho de que no
viera no había afectado el desarrollo del proceso.
¿Tiene alguna ventaja ser invidente?
Al no poder ver he podido desarrollar otros sentidos como el
oído, pude conocer a las personas por su voz, analizarlas detalladamente.
Un juez común puede ver el lenguaje corporal de las partes.
¿Usted cómo hace?
Cuando a la persona le toca declarar, lo que hago es escuchar,
hay un lenguaje no verbal, la forma cómo pueden reaccionar a determinadas
preguntas. En algunos casos que sea importante conocer las actitudes, tengo un
asistente personal que comenta brevemente lo que necesito saber en determinado
momento.
¿Para usted la justicia es ciega?
Recuerde que la imagen de la justicia es, paradójicamente, una
mujer que tiene los ojos vendados. La justicia es la justicia al margen de que
se vea o no. Creo que está en la formación de quien ejerza la justicia.
Usted ha vivido en carne propia la discriminación por parte del
Estado? Tengo entendido que la CNM cuestionó su participación en su examen para
ser fiscal.
Así es, antes la ley orgánica del Poder Judicial decía que las
personas ciegas, sordomudas o con discapacidad física no podían acceder a la
función judicial. Ahora eso ha variado con ayuda de la tecnología.
Luchó contra el propio Estado.
Efectivamente, apelé y logré dar el examen. Lo que busqué a
través de ese proceso fue dejar un precedente para que se visibilice que la
discapacidad no está en la persona sino en el entorno social. Lo más difícil es
cambiar los prejuicios.
¿A qué se refiere?
Que la discapacidad se genera por las barreras que existen entre
la persona con alguna deficiencia y su entorno. Si se viviera en una ciudad más
accesible, la discapacidad disminuiría.
LA FICHA
Tengo 37 años y soy magistrado del Tercer Juzgado de Familia de
Cusco. Me gusta la música, tocar guitarra, leer y navegar en internet. Estoy
comprometido con los derechos que tienen las personas con discapacidad a ser
tratados por igual. Hace poco consideré inconstitucional el requisito de la ONP
de declarar incapaces a dos personas con discapacidad mental para recibir una
pensión.
http://larepublica.pe/impresa/la-contra/14976-la-discapacidad-no-esta-en-uno-mismo-sino-en-su-entorno
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