El PP ha entonado el "sí, quiero" al matrimonio
homosexual. Por la vía de los hechos. No ha
hecho falta un pronunciamiento formal y por escrito a favor de estas uniones
gay. La
asistencia del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, miembros destacados de
su gabinete y de la plana mayor del partido a la boda del exalcalde de Vitoria,
Javier Maroto, con su pareja, Josema Rodríguez, supone tanto como dar validez a
este tipo de casamientos que tantas resistencias y rechazo ha generado en los
sectores más conservadores del partido.
La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría; el
ministro de Sanidad y exalcalde de Vitoria, Alfonso Alonso; la número dos del PP, Dolores de Cospedal, al frente de una delegación popular
muy distinguida han acudido este viernes a Vitoria para festejar el matrimonio
que ya han legalizado Maroto y el que ha sido su compañero sentimental durante
los últimos 19 años. El
arrope de la cúpula se entiende como el gesto de enterrar el recurso que esta formación presentó en 2005 ante el Tribunal
Constitucional con el propósito de echar abajo la ley que ampara los
matrimonios homosexuales.
Rajoy ha llegado al restaurante acompañado por su esposa y se ha
limitado a saludar a los periodistas y cámaras que aguardaban en la entrada del
local la llegada de los invitados. Pocos minutos después ha entrado Maroto,
quien ha reconocido estar "nervioso". "Vamos a pasarlo muy bien
porque son mis
amigos, mis familiares", ha comentado en compañía de su pareja. El exalcalde vestía un
chaqué azul marino con un chaleco cruzado gris y una corbata en tonos azules
sobre camisa blanca.
El goteo de invitados ha comenzado con la llegada en autobús del
viceportavoz en el Congreso, Carlos Floriano, y su mujer, a los que han seguido
Iñaki Oyarzábal y la parlamentaria Laura Garrido. Más tarde han llegado, en
otro autobús, Javier Arenas y Jorge Moragas con otros convidados. De forma
escalonada han entrado al restaurante Dolores de Cospedal y Arantza Quiroga,
una de las últimas en hacer el paseíllo por delante de una veintena de cámaras.
Dos ertzainas uniformados se han ocupado de mantener el orden en el exterior
del establecimiento, aunque han contado con la ayuda de otros agentes de
seguridad de paisano que también controlaban la zona y facilitar el acceso a
los invitados.
275 invitados escucharon el "sí quiero" de Maroto
y su pareja en el restaurante al que fueron invitados, aunque los contrayentes
ya habían formalizado por la mañana, en un acto íntimo, su enlace. Se casaron
en el despacho que Maroto tiene en el Ayuntamiento de la capital alavesa, en
presencia únicamente de los testigos: la madre del exalcalde, Margarita
Aranzábal, y su amigo y compañero de partido Iñaki Oyarzábal.
El trámite nupcial fue oficiado por el concejal del PP Miguel
Garnica y se terminó en pocos minutos, en cuanto los protagonistas firmaron los
documentos que les acredita como matrimonio. Lo hicieron de este modo, casi a
hurtadillas, para escapar del ruido mediático y para no causar ningún trastorno
en la actividad municipal de los funcionarios, según explicó la víspera el
propio Maroto.
El foco de atención se trasladó por la noche al restaurante
donde se celebró el convite, adonde
se acercaron apenas una treintena de personas para presenciar la llegada de los invitados más conocidos. Entre
estos, representantes de Génova, como Floriano o Moragas, los otros cuatro
vicesecretarios sectoriales (Javier Arenas, Pablo Casado, Andrea Levy y Fernando Martínez Maíllo), y una nutrida
representación del PP vasco, con su presidenta, Arantza Quiroga, a la cabeza.
Todos quisieron dar de este modo el sí a la boda de Maroto. El
excalde de Vitoria, que perdió la alcaldía pese a ser el candidato más votado
en las pasadas elecciones municipales —el apoyo que el PNV recibió del resto de
los partidos aupó al nacionalista Gorka Urtaran al cargo—, asegura tener el
respaldo de la dirección de su partido, lo que interpreta como un apoyo
implícito al matrimonio homosexual. Maroto ha repetido estos días previos a su
boda que este debate está "superado" en su partido porque se entiende
como algo aceptado por la mayoría de los dirigentes populares.
http://politica.elpais.com/politica/2015/09/18/actualidad/1442604926_391407.html
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