La jardinería eco responsable es mucho más que el mero hecho de utilizar
productos ecológicos a la hora de cuidar nuestra plantas, sean ornamentales o
comestibles. Tampoco consiste en tener conciencia ambiental en los típicos
aspectos relacionados con un uso eficiente del agua de riego o con la
fabricación de compost para abonar las plantas.
Sí, todos y cada uno de esos gestos son verdes. De ello no hay
duda, pero únicamente cuando se llevan a cabo de forma coordinada y coherente
se puede hablar de una jardinería responsable a nivel ambiental.
En este post enumeramos y explicamos brevemente cincos gestos que
todo jardinero eco-responsable debe introducir como buenas prácticas. Son
consejos eco amigables que engloban trucos de uso habitual, así como actitudes
y formas de actuar que demuestran su sensibilidad ambiental.
Porque el cuidado natural de las plantas es una manera de fomentar
la biodiversidad haciendo un uso eficiente de los recursos y, en el caso de los
huertos urbanos, además obteniendo una fuente de alimentación saludable para su
venta o para autoconsumo.
Compostar y riego mínimo necesario
El compostaje es una práctica muy extendida entre jardineros
ambientalmente responsables, pero también la llevan a cabo aquellos que desean
ahorrar en fertilizantes comerciales sin renunciar a un buen cuidado de las
plantas. Los jardineros eco responsables compostan como parte de una estrategia
de jardinería sostenible, una prioridad independiente de la necesidad de ahorro
económico.
Las compostadoras son fáciles de hacer en casa, pero su popularización ha venido de la mano de la venta de kits fáciles de utilizar a precios accesibles. En cualquier caso, hacerlo es positivo para el entorno, para conseguir alimentos sin componentes químicos y también con el fin de reducir los desechos orgánicos.
El riego eficiente es otro gesto esencial que debe cumplir a raja
tabla todo eco jardinero. Conseguirlo significa muy distintas cosas, desde
utilizar material reciclado (botellas enterradas boca abajo para hacer un
eficaz riego por goteo) hasta reciclar el agua o diseñar el jardín o huerto y
la disposición de las plantas buscando un resultado óptimo.
El reciclaje no orgánico también puede ser de
gran ayuda para realizar labores propias de jardinería. Las posibilidades son
casi infinitas. Podemos hacer un semillero utilizando materiales reciclados,
desde vasitos de yogur hasta meternos en pequeñas obras de bricolaje. Por
ejemplo, utilizando una ventaja vieja para crear una especie de pequeño
invernadero sumando unos tablones laterales para así poder abrirla y cerrarla
según convenga para protegerlas del frío o para que les dé el sol, pongamos por
caso.
Crear jardineras con viejas bañeras o, si se tercia, con un piano ya deshaucidado o, para no complicarnos tanto la vida, convertir nuestras viejas botas de agua en divertidas macetas. También podemos sacarles mucho partido a las garrafas y botellas de agua a la hora de diseñar un jardín vertical.
Crear jardineras con viejas bañeras o, si se tercia, con un piano ya deshaucidado o, para no complicarnos tanto la vida, convertir nuestras viejas botas de agua en divertidas macetas. También podemos sacarles mucho partido a las garrafas y botellas de agua a la hora de diseñar un jardín vertical.
Protección del suelo
La protección de la tierra es otra maneras de reciclar materia
orgánica que aporta múltiples beneficios. Y es que al poner sobre el suelo
paja, corteza, serrín, cartón, papel, restos de podas, césped cortado u otro
tipo de acolchado atraemos biodiversidad, protegemos el suelo de las
radiaciones solares y beneficiamos a las plantas.
Siempre que esté recomendado hacerlo, un jardinero eco responsable
debería optar por ello. Habida cuenta de las posibilidades que existen a la
hora de elegir un determinado tipo de acolchado o mulching, lo cierto es que no
hay excusa para no ponerse manos a la obra.
Uso de pesticidas bio
La utilización de insecticidas naturales es otro de los grandes
desafíos a los que ha de enfrentarse un jardinero eco responsable. Por suerte,
la Naturaleza nos regala productos como el aceite de Neem, un pesticida natural
que a su vez actúa como fertilizante.
Pero no solo de Neem vive el jardín ecológico. Son muchas las
opciones que tenemos para . Eso sí, resulta complicado dar con la solución
idónea para cada caso. No existen fórmulas universales ni estándares que
resulten infalibles.
La jardinería ecológica se basa en metodologías y buenas
prácticas, pero la solución solo se alcanza cuando se cuenta con la suficiente
experiencia in situ. De algún modo, el jardinero verde es una suerte de
artista, que aúna teoría, práctica y sensibilidad ambiental para encontrar
soluciones que consiguen hacer compatible la explotación agrícola o la
jardinería ornamental para el logro de un respeto ambiental beneficioso para el
entorno.
¿La cuadratura del círculo? No, simplemente una vuelta a los
orígenes aplicando conocimientos de todo tipo, ancestrales e innovadores.
Siempre que sirvan a nuestro objetivo, serán bienvenidos. En este sentido, la
jardinería ecológica es mucho más creativa que la convencional.
Fomento de la biodiversidad
¿Pero, cómo saber si estamos haciendo las cosas bien? Dejemos que
sean los bioindicadores quienes nos pongan la nota. El resultado será
sobresaliente si la biodiversidad se deja sentir en el ecosistema que hemos
creado.
Un ecosistema en equilibrio será, además, más difícil de alterar
por plagas. Salvo excepciones, él mismo se autoregulará. Sobre todo, habrá
polinizadores, pequeños reptiles, pájaros e insectos benéficos para el entorno
y las plantas tendrán un desarrollo positivo.
Por contra, no nos
libraremos del suspenso si la biodiversidad brilla por su ausencia o, todavía
peor, hace mutis por el foro. Si en nuestra zona hay erizos silvestres y visitan nuestro jardín por las noches, dándose unos paseitos la
mar de simpáticos, muy probablemente estamos haciéndolo bien, pues significa
que puede entrar en él sin problemas y que la biodiversidad le sirve de
alimento.
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