Para Carlos Luis Caulchi la vida no era color de rosa, aunque vive rodeado por ellas hace dos años. Este productor florícola, que tiene un 70% de discapacidad física, no contaba con los recursos suficientes para mantener su negocio. Pero en enero, un crédito por USD 15 000 del Banco Nacional de Fomento (BNF) dio impulso a Doménik Flower. “Ahora tengo casi una hectárea de rosas. Y ya no solo vendo aquí, también estoy enviando a Rusia y a Estados Unidos”. El 2 de febrero del 2015, Caulchi dejó sus cultivos en Tabacundo (Pichincha) para afincarse en un stand del Centro de Convenciones de Guayaquil. Fue parte de las 100 personas con discapacidad que expusieron sus microempresas en el Encuentro internacional de inclusión productiva Ecuador 2015, organizado por la Secretaría para la Gestión Inclusiva de las Discapacidades (Setedis). El año pasado, 500 emprendimientos recibieron impulso a través de créditos que llegaron a los USD 4 millones. Para este año, la meta es llegar a los 1 000 emprendimientos, como explicó Alex Camacho, secretario técnico de la Setedis. Además anunció que la Corporación Financiera Nacional (CFN) también se sumará a esta iniciativa. Mochilas Valily empezó como una anécdota y hoy es la fuente de ingresos de la familia Flores Elías. Hace tres años no consiguieron dinero para comprar maletas a sus hijos y decidieron hacer unas en casa. Así empezó un negocio que hoy produce unas 100 mochilas, bolsos y pañaleras al mes, valoradas entre USD 20 y 25. Dos almacenes locales son sus principales clientes, incluso enviaron algunas a Colombia.Su casa, en la Isla Trinitaria de Guayaquil, es también su taller. Mientras corta las telas Luis Flores -quien tiene 50% de discapacidad física a causa de la poliomielitis-, su esposa Mélida Elías cose cada pieza. “Hace ocho meses fui a la Setedis y me capacitaron. Ahora está en proceso un crédito por USD 6 800 para comprar nueva maquinaria y materia prima”. El vicepresidente de la República, Jorge Glas, explicó durante la inauguración del encuentro que en este año invertirán más de USD 10 millones en créditos con este fin. Por ahora, 289 emprendimientos están en proceso de financiamiento y 50 están en construcción. Y recalcó que con este y otros proyectos han promovido la inclusión laboral de cerca de 80 300 personas con discapacidad. Las mesas de negocios, parte del encuentro, también fueron un impulso para los emprendedores. Más de 50 empresas públicas y privadas conocieron sus negocios. Un caso exitoso es el de Miguel Trujillo, emprendedor de Ortotec. Su empresa fabrica sillas de ruedas adaptables, que bien podría aplicarse en el ensamblaje de vehículos en el país. Para lograrlo entró en conversaciones con la automotriz Maresa. Abel Pugachi es otro de los beneficiarios de los microcréditos. Él y su esposa Blanca Gualinga recibieron USD 7 000, que les sirvió para adquirir un bote nuevo y un motor fuera de borda para navegar en las madrugadas por el río Napo. Así mantienen a flote su negocio, El buen pez, que cada noche les deja unos USD 100. “Antes el trabajo era a puro remo”, cuenta Blanca, quien dirige la embarcación, mientras su esposo lanza las redes para capturar bocahicos, lisas, bagres y cachamas. La falta de su brazo derecho no es un impedimento. “Fue hace tiempo. Iba a lanzar dinamita para pescar y me estalló en la mano”, recuerda. María León no sufrió ningún accidente. Pero por una discapacidad de origen congénito nació sin brazos ni piernas. Para ella, no hay barreras que frenen su negocio de prendas de vestir Lastenia, ubicado en Quito. “Hago bufandas y gorritas en telares con mi boca, hace tres años… Dios me da la fortaleza y el don”, dice con sencillez. Por ahora, espera la aprobación con un microcrédito para Lastenia.
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