En un artículo en The Wall Street Journal of Americas titulado
“Los Economistas se Convierten en Víctimas de Sus Propias Estadísticas”, la
tendencia en los EE.UU, es a contratar cada vez menos economistas
tradicionales: aquellos “académicos vestidos de cuello y corbata” que
pronostican el futuro económico del país con modelos económicos de alta
sofisticación matemática, supuestamente muy precisos, rigurosos y exactos.
Importantes empresas privadas como el CityBank, The Wells Fargo & Co y el
Bank America son algunas de las que han reducido la nómina de economistas
convencionales que tenían hace algunos años en sus respectivos departamentos.
La industria manufacturera en los EE.UU. ha reducido la contratación de
economistas tradicionales en porcentajes importantes que no bajan del 20% año a
año y, en la industria financiera, es del orden de 16%, entre finales de la
década de los noventa y comienzos de este siglo.
La lección aconseja que los economistas modernos deben
interpretar los cambios y tendencias en un determinado nicho de mercado, de una
forma tal que sea útil y no inútil para la administración de la empresa, como
está ocurriendo de hecho en el sector consultoría en los EE.UU., donde las
contrataciones han aumentado de 8% a 19% en ese mismo periodo. Es preciso
evaluar cuidadosamente la calidad de los conocimientos económicos que se están
impartiendo en las Facultades, sus bases conceptuales y filosóficas, y su valor
como ayuda para entender los fenómenos y el comportamiento económicos.
Una explicación sería que: 1) los economistas tradicionales no
satisfacen las expectativas de las empresas al efectuar pronósticos económicos
y, 2) muchos modelos económicos son lamentablemente inadecuados, no sirven para
describir, explicar o pronosticar los eventos.
No es pura coincidencia que desde comienzos del siglo XX hasta
la fecha, los economistas austriacos advirtieran de sus muchas y justificadas
reservas frente a este uso indiscriminado de las matemáticas y estadísticas en
la economía. En sus albores, la escuela austriaca, representada por Ludwig von
Mises, señaló que si fuera posible calcular la estructura del mercado no habría
tal cosa como la incertidumbre empresarial.
La economía se interesa principalmente por el individuo no por
bienes y servicios como algunos erróneamente creen. No dice que A es igual a B,
típico razonamiento cuantitativo. Dice “prefiero” A a B, una interpretación
correcta del comportamiento económico.
El desprestigio de los economistas tradicionales aumenta por el
uso indiscriminado de las matemáticas, estadísticas y econometría, que son
resultados de métodos derivados de las filosofías positivistas y empiristas.
Una alternativa con menos probabilidades a equivocarse es efectuar predicciones
cualitativas que podrían deducirse “a priori” de los efectos provocados por el
estatismo.
(*) Director General del Instituto de Libre Empresa.
http://ile.pe/?p=2587
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