Karsten Kaltoft fue cuidador de niños en Dinamarca hasta el
2010, cuando su empleador, el Consejo local de la ciudad de Billund, lo
despidió de su cargo por no poder atar los cordones de los zapatos de los
niños. La razón: sus 160 kg de peso.
En
Europa, el 58% de la población tiene obesidad./ 123rf
Desde entonces, este se convirtió en un caso emblemático que
llegó al Tribunal Europeo de Justicia que esta semana anunció que la obesidad
puede concebirse como una discapacidad. “Si esta condición supone una
dificultad para una participación completa y efectiva en el trabajo, entonces
debe ser considerada una discapacidad”, dijo el Tribunal.
La sentencia, que debe ser acogida por todos los países de la
Unión Europea, implica importantes cambios en este continente en el que, según
el Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO), un 58% de la población tiene
obesidad. Este panorama sugiere tomar medidas para asegurar la calidad de vida
de este grupo de personas; sobre todo a nivel laboral, por ser este el campo
que desató el cuestionamiento sobre el trato a quienes padecen esta condición.
Según las aclaraciones del Tribunal, los lugares de trabajo
deben seguir promulgando estilos de vida saludables entre sus trabajadores,
pero además, por ley ahora deben brindarle las facilidades necesarias a
quienes, por alguna dificultad no pueda llevar a cabo sus funciones al igual
que los demás.
La nueva norma, ante todo, implica una protección contra la
discriminación, y no la consideración de la obesidad como una discapacidad per
se, como lo aclaran los anuncios hechos por el tribunal. Para la abogada de
Kaltoft, “cada caso debe ser analizado individualmente para determinar la
presencia de impedimentos físicos y mentales que generan en la persona a largo
plazo. Los efectos de la obesidad individual es la pregunta crítica, no el
grado de obesidad que alguien padece”.
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