“Se pueden mejorar las condiciones de competencia facilitando el
acceso a la información”, afirma el socio de Bullard Falla Ezcurra
El precio
del servicio de taxi varía a lo largo del día. En horas punta, la tarifa puede
resultar 20% o 50% más elevada. Los taxis por aplicación han hecho evidente
algo usual en el mercado. Esto sucede en todos los mercados: cuando hay escasez
de algún bien o servicio, los precios suben; cuando hay abundancia, los precios
caen. Simple.
Imagine que los taxistas piden al Gobierno que
limite el acceso de nuevos taxistas, alegando que estos generan que los precios
bajen. Los taxistas sugieren algunas medidas: limitar el número de licencias y
elevar los requisitos, aumentar los aranceles a la importación de vehículos,
entre otras.
Presionado por las medidas de fuerza de los taxistas (que
paralizan el tráfico en la avenida Javier Prado y el Paseo de la República), el
Gobierno decide solucionar el problema utilizando su poder de compra. Establece
que los funcionarios públicos (ministros incluidos) se trasladarán en taxis. No
más caravanas oficiales, puro taxi.
Esta medida no solo no solucionará el problema (la mayor demanda
atraerá a nuevos taxistas), sino que generará otros problemas (¿de dónde saldrá
la plata para financiar este gasto?, ¿a quién se la quitarán?). Eso es lo que
pasa cuando se mete la mano donde no se debe.
Hace unas semanas pasó algo similar con los productores de papa. El precio que reciben por sus
productos se redujo. Para presionar al Gobierno interrumpieron el tránsito en
algunas carreteras y hostigaron a comerciantes minoristas. Alegan que las
pollerías y los restaurantes de comida rápida serían los culpables, ya que
importan papa. Ignoran que algunos de ellos lo hacen forzados por sus contratos
de franquicias. Exigen que se eleven los aranceles a la importación de papas
precocidas (de 6% a 18%), pese a que la importación representa menos de 1% del
volumen de papa producida en el país.
Ante la exigencia, el Ejecutivo reaccionó
autorizando la intervención en el mercado mediante la compra de papa por los
gobiernos regionales. Los agricultores demandan que se les pague “un precio
justo” (S/1 y no los S/0,20 ofrecidos).
¿Y qué se va a hacer con tanta papa? ¿Se las van a dar crudas a
los niños de Qali Warma para que sus padres dejen de comprarla en el mercado?
No es difícil imaginar el final de esta historia. “Papa se pudre en almacenes
del Estado” será el titular dentro de algunos meses.
No es la primera ni la última vez que enfrentaremos estos
problemas. Esta vez fue la papa. Mañana será la zanahoria, el algodón o los
taxistas. Por suerte, esta vez el Congreso estaba de receso; habrían intentado
meter presos a los importadores de papa, como lo hicieron en el caso del limón.
No parece ser la mejor forma de enfrentar este tipo de situaciones. Se pueden
mejorar las condiciones de competencia facilitando el acceso a la
información.
Los teléfonos inteligentes usados por los productores para
coordinar la paralización podrían ser utilizados para recibir información sobre
condiciones climáticas y precios en el mercado. Y si quieren hacer algo más
simple y eficaz, ¡mejoren la Carretera Central! Todos los productores de la sierra
central (incluidos los de papa) lo agradecerán.
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