El cerebro humano es considerado, con frecuencia, como uno de los ordenadores más potentes del mundo —aunque carezca de chips y su mecánica interna diste de la de un ordenador convencional—. Desde un punto de vista funcional y simplista, el cerebro de un ordenador no es más que un procesador de órdenes: recoge información procedente del exterior o del propio cuerpo humano y ejecuta órdenes sobre los diferentes sistemas que forman el cuerpo humano.
Por otra parte, observándolo desde un punto de vista técnico y potencial, el cerebro humano cuenta con unas características técnicas sorprendentes que, si se traducen a las unidades más comunes dentro de la informática, superan por un amplio margen a todos los dispositivos que nos rodean.
En términos de memoria, por ejemplo, diversos estudios han fijado durante años la memoria del cerebro entre los diez y los cien terabytes. No obstante, algunos estudios más recientes son más optimistas y elevan esta cifra hasta un petabyte, una cifra realmente elevada —considerando que un petabyte es mil veces un terabyte—.
Sobre la velocidad de procesamiento, por otra parte, los expertos afirman que la velocidad de cada neurona, medida en kHz, oscila alrededor de un kilohercio, por lo que podemos afirmar que el cerebro está formado por millones de pequeños procesadores. Si sumamos la frecuencia de procesamiento de todas las neuronas de un cerebro —más de mil millones—, obtenemos un total de mil gigahercios, una cifra muy superior a los menos de 20 GHz que encontramos en ordenadores y smartphones de la actualidad.
El cerebro humano no puede ser evaluado como una memoria o un procesador
Aunque diversos estudios consiguen aproximar las capacidades de procesamiento del cerebro a las unidades de medida de la tecnología, sería un completo error asociar también las mismas leyes y el mismo razonamiento al cerebro humano. Y es que este órgano cuenta con una estructura y funcionamiento mucho más complejo que el de una placa de memoria o un chip de procesamiento.
Así pues, pensar que un petabyte de almacenamiento puede resultar escaso para toda una vida es un razonamiento muy simplista, pues la forma en la que la memoria del cerebro es gestionada dista mucho de la empleada tradicionalmente en una placa de memoria.
Dadas las características anteriormente citadas, no resultaría descabellado afirmar que el cerebro humano es el ordenador más potente jamás construido. No obstante, algunos futuristas piensan que esa afirmación no será cierta durante mucho tiempo, pues, si la Ley de Moore continúa su evolución como hasta ahora, podríamos encontrar ordenadores más potentes que el cerebro humano en apenas dos décadas. No obstante, llegados a ese punto, entraría en juego un nuevo factor, y es el consumo energético. Mientras el cerebro humano es capaz de funcionar con unos 12 vatios, un ordenador de características similares necesitaría alrededor de un gigavatio, tal y como afirman en Slate.
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