La pobreza en Colombia se
ubica en 28,2%, mientras que la clase media consolidada es el 30,5 % de la
población.
En Colombia, según el gobierno del presidente Juan Manuel
Santos, hoy la clase media es más numerosa que la población pobre. Eso se
desprende de las cifras que el Departamento Administrativo Nacional de
Estadística (DANE) y el Departamento para la Prosperidad Social (DPS) revelaron
esta semana. En la medición que publicó el DANE, la pobreza se mide en términos
monetarios: si un hogar compuesto por cuatro personas recibe menos de $868.172
para su manutención, es considerado pobre. Si le ingresan menos de $391.160, se
considera pobre extremo.
Santos hizo un balance ayer según el cual en los últimos cinco
años la pobreza monetaria nacional ha pasado de 39 % a 28 %. Y aunque en las
zonas rurales los pobres son cada vez menos, la cifra es aún alarmante: 40 de
cada 100 colombianos allí son pobres, en comparación con 52 de cada 100 que
había en 2010. La pobreza extrema ha pasado en ese mismo período de 13,5 % a
7,9 %. Dice el Gobierno que en las ciudades esa cifra llega hoy al 5 %.
La gente que sale de la pobreza pasa a la clase media, la cual,
sin embargo, no es homogénea. Una de las grandes preocupaciones que entidades
como el Banco Mundial y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(Cepal) han manifestado es que, si bien América Latina ha avanzado en la lucha
contra la pobreza en los últimos años, el nivel de población vulnerable
–aquella que ya no es pobre pero está en riesgo de volver a serlo– es aún muy
alto. “El 65 % de las personas que reciben un ingreso diario de entre US$4 y
US$10 y el 14 % de la clase media sufren de pobreza al menos una vez en un
período de diez años”, dijo el Banco Mundial en mayo pasado.
El DPS, con la metodología que aplica el Banco Mundial, asegura
que la población colombiana está compuesta hoy de la siguiente manera: 2,8 % es
de clase alta; 29,2 % son pobres; 30,5 % son de la clase media consolidada y
37,6 % están en la clase media vulnerable. Tatyana Orozco, directora del DPS,
reconoce que el volumen de la clase media en riesgo se ha estancado en los
últimos años, pues se ha mantenido entre 36 y 37 %, “pero los consolidados han
venido creciendo al 4 % anual”.
“Colombia ahora requiere sostener a la gente que ha sacado de la
pobreza y evitar que problemas de precios y fluctuaciones económicas puedan
alterar la lucha contra la pobreza”, afirmó Olga Lucía Acosta, experta de la
oficina de la Cepal en Bogotá.
Un aumento en los ingresos de las personas, que les permite
salir de la pobreza, sin duda es consecuencia de más empleo. ¿Pero por qué con
una economía en desaceleración las cifras son positivas? De acuerdo con Simón
Gaviria, director del Departamento Nacional de Planeación (DNP), “con la
desaceleración de la economía el país está generando más empleo, porque los
factores de crecimiento pasaron de ser intensivos en capital a intensivos en
mano de obra, como el comercio y la construcción”.
Hernando
José Gómez, exdirector del DNP, en entrevista con El Espectador en agosto pasado, aseguró que “nos empobrecimos”, haciendo
referencia a que el país está teniendo menos ingresos. Para él, el reto es
lograr un “aterrizaje suave” en la economía para sobrellevar la reducción de
los precios del petróleo y no echar para atrás en la lucha contra la pobreza.
Según un estudio del año pasado dirigido por él, la caída del precio del barril
a US$60 y la reducción a cero de la inversión extranjera directa en el sector
minero-energético significarían un retraso de seis años en esa lucha.
De estas cifras, y también como lo han mostrado los resultados
del Censo Nacional Agropecuario, el mayor reto está en el campo. Mientras que
Montería, por ejemplo, tiene 50 % de su población en la clase media emergente,
lo que para Orozco es síntoma de la exitosa lucha contra la pobreza, el DPS ve
la zona rural de Córdoba, junto con el Chocó, Norte de Santander y La Guajira,
como la más preocupante.
El mensaje de Santos fue que hay que empezar a pensar la
inversión de una forma diferente. Con un enfoque multidimensional, las grandes
brechas entre la clase alta y las subsiguientes están en ejes como el trabajo
formal y la educación. Hay que tener una “mejor calidad de la inversión”, en
palabras de Gaviria.
Ahora bien,
el concepto de clase media como un mejor estado de las cosas puede ser
debatible. Para Ricardo López, profesor de historia latinoamericana en Western
Washington University, es básicamente una idea neoliberal según la cual una
persona se educa para conseguir un trabajo en el que será explotada. En la
edición de mañana de El Salmón, vea la entrevista completa
de Lina Britto a este académico.
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