“Es
sabido que las plantas europeas de reprocesamiento de combustible nuclear de
Sellafield (Reino Unido) y La Hague (Francia) aportan al medio ambiente
radionúclidos como el plutonio, el uranio-236 (236U) o el yodo-129 (129I),
explica el investigador José Manuel Gómez Guzmán del Centro Nacional de
Aceleradores (CNA) en Sevilla (España), "pero esta fuente de contaminación
radiactiva medioambiental también se puede usar como trazadores de procesos
oceánicos”.
El
investigador, junto a colegas del CNA y otros centros internancionales,
publican en el Marine Pollution Bulletin un estudio donde se propone que la
mayor parte del inventario de 129I en el hielo marino del océano Ártico central
procede del trasporte atmosférico directo desde esas dos plantas de
reprocesamiento nuclear en Europa.
Esta
hipótesis queda avalada por la realización de un análisis de las trayectorias
del aire y posterior comprobación de que el trasporte atmosférico de 129I
supone el 98,4% del yodo-129 en el hielo marino del Ártico. Por tanto,
“el inventario de yodo-129 en el hielo del Ártico puede ser considerado
como un balance entre la cantidad de yodo intercambiado entre el hielo marino y
la atmósfera y el océano” señala Guzmán.
El
estudio de la cantidad de yodo-129 existente en el hielo marino ha permitido
descubrir que su concentración es mayor que la que existe en el agua
subyacente, lo cual pone de manifiesto que la presencia de yodo radiactivo en
el hielo no puede deberse exclusivamente a su absorción directa del agua que
hay bajo el hielo.
El
océano Ártico se encuentra cubierto por hielo marino estacional, de tal modo
que este hielo desempeña un papel fundamental en el sistema climático global y
local, así como en la circulación oceánica.
El
hielo marino tiene distintas formas de incorporar elementos químicos a su
estructura, siendo las más importantes por absorción directa del agua que hay
bajo él, por absorción atmosférica o por deposición húmeda. Gracias a esta
propiedad del hielo, este se puede emplear para conocer el trasporte y
redistribución de las distintas sustancias químicas que se encuentran en su
interior.
El
129I es emitido al medio ambiente a través de distintas fuentes, como son las
pruebas nucleares atmosféricas, el accidente de Chernobyl o las plantas de
reprocesamiento de combustible nuclear europeas. Este aporte al medioambiente
aumentó de 20 kg/año a 300 kg/año a partir de los años 90, fundamentalmente
debido a la planta de reprocesamiento de combustible nuclear de La Hague,
situada en Francia.
Este
estudio ha sido desarrollado por investigadores del CNA (un centro mixto Universidad
de Sevilla-Junta de Andalucía-CSIC) en colaboración con otras universidades
españolas e internacionales como la de Sevilla, Autónoma de Barcelona,
Australia y Japón. (Fuente: Centro Nacional de Aceleradores)
http://noticiasdelaciencia.com/not/14779/los-contaminantes-radiactivos-llegan-al-hielo-marino/
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