BELÉN ESTÁ DIVIDIDO: UNOS QUIEREN REUBICARSE Y OTROS NO

El niño Diego no sabe lo que hace. Un muro de su escuela es el trampolín sobre el que ha levantado los brazos como un clavadista inexperto y desde donde se ha lanzado al río Itaya. Burbujas. Silencio. Desaparece bajo el agua. Segundos después, sacude la cabeza y respira hondo. Ríe. Lo disfruta como un paiche libre en su hábitat.
Desde la escuela primaria de Belén se ve su casa. En la entrada, flota la embarcación que él y su familia usan entre enero y junio, cuando el Itaya inunda la zona baja de Belén, el barrio más pobre deIquitos. Su gente vive de lo poco que le da la pesca, la agricultura y el comercio.
Belén también es el barrio más contaminado. En tiempo de crecida, es un pueblo que atrae. Algunas autoridades y dirigentes dicen así: los turistas llegan a Iquitos y lo primero que quieren conocer es Belén, porque es como Venecia, de Italia. Claro, sin góndolas, sin hoteles de lujo, sin restaurantes gourmet. En Iquitos inflan el pecho cuando escuchan hablar sobre la ‘Venecia amazónica’. 
Pero la verdad es que es un pueblo enfermo. De eso no se enorgullecen. Entre julio y diciembre el Itaya se aleja y el barrio queda al descubierto. Son toneladas de basura que ya no flotan y el oxígeno de Belén termina siendo irrespirable. Las aguas llegan cargadas todos los años con los desagües de Iquitos. En medio de esa tóxica mezcla de desperdicios mortales ‘sobreviven’ 16.000 pobladores. Belén se está pudriendo. 
Algunas cifras duras: 4 de cada 10 niños de Belén son desnutridos crónicos, 4 de cada 10 pobladores sufren de alguna enfermedad respiratoria y 3 de cada 10 de enfermedades diarreicas. En el 2013, la malaria y la leptospirosis (enfermedad que las ratas transmiten a los humanos) fueron los males más reportados. En total, 1.064 casos. El Belén inundable, de 80 años de historia, es un paciente que convalece.   
Reubicación
En diciembre del 2014, el Congreso aprobó la ley 30291 para reubicar a 2.600 familias que viven la zona baja de Belén. Y desde esa fecha hay dos posturas bastante claras: los que quieren irse y los que no.
La alternativa del Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento (MVCS) es invertir S/.174 millones para construir un complejo habitacional a 20 kilómetros del Belén inundable, en la carretera Iquitos-Nauta. Se les entregará casas de concreto de 120 m2 (área techada de 40 m2) con agua potable, desagüe y electricidad.
Héctor Maca es un dirigente opuesto a la reubicación. Su principal argumento lo resume en lo que él considera una buena pregunta: ¿de qué viviría la gente de Belén si se queda sin sus chacras, si vive lejos del río en donde pesca y del mercado en donde vende sus productos?
Maca argumenta, además, que, si el Itaya estuviera tan contaminado como dicen, entonces nadie podría vivir en Belén y él ya vive 40 años allí. Que niños o alcohólicos o epilépticos mueran ahogados en el río son incidentes que ocurren de vez en cuando. Accidentes nada más.
Su dirigencia ya le ha pedido al MVCS y al Congreso la derogatoria de la ley. El congresista Leonardo Inga ha presentado un proyecto con el mismo objetivo. Mientras eso, otro grupo de pobladores envió al MVCS una carta para respaldar la reubicación. Belén está dividido.
El gobernador regional de Loreto, Fernando Meléndez, se cuida al hablar del tema. Dice que apoyará lo que la gente decida. Y cuando responde sobre los riesgos de vivir en Belén, entonces afirma que lo que propone el Gobierno es una alternativa, pero hay que “socializar la propuesta”.
Pronóstico reservado
Belén es de alto riesgo. Ocho de cada 10 casas tienen muros, pisos y techos fabricados con madera, hojas de palma y calaminas. Ya en el 2012, un incendio destruyó 130 casas y los bomberos poco pudieron hacer. Belén es un pueblo inflamable.  
Para Robert Falcón, ex director de Defensa Nacional de Loreto y actual jefe de operaciones de los bomberos de Iquitos, la reubicación es inminente no solo por las llamas, sino sobre todo por lo que el Senamhi advierte.
Entre 1955 y 1970, el río Amazonas pasaba muy cerca de Iquitos y los últimos estudios pronostican que en 30 o 40 años recuperará otra vez su cauce y se sobrepondrá sobre el Itaya, explica el director regional de Senamhi Loreto, Marco Paredes. Eso hoy sería como si a Belén llegara el río Rímac en su máximo caudal, pero 5.000 veces más grande. Según Paredes, Belén desaparecería bajo el agua.
El barrio más tradicional de Iquitos se ha sumergido en una discusión que no acaba. Mientras sus padres, sus profesores y sus autoridades debaten, el niño Diego y sus amigos continúan jugando en las turbias aguas del Itaya, el hogar que pronto podrían dejar. O tal vez no.

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